Reseña de «Monstruos bizarros», de Orciny Press

De la literatura bizarra me gusta la sensación de estar leyendo relatos concebidos para entretener y que, aunque busquen en ocasiones poner el foco en cierta problemática social e invitan a pensar, lo hacen de una forma insospechada, enrevesada y sorprendente. Del bizarro me gusta la mezcolanza desenfadada de géneros que, creo, lo convierte en un género en sí mismo. (Por mucho que otros géneros también tengan en su esencia la hibridación, en lo bizarro todo gana una dimensión especial. Pero yo no tengo ni puñetera idea, así que no me hagáis caso). Cuando uno está un poco aburrido de lo de siempre, aunque lo de siempre pueda ser, en ocasiones, muy bueno, llega Orciny Press y te salva parte del verano con el conjunto de relatos Monstruos bizarros.

El vampiro onanista, de Christoph Paul, narra de la vida y desventuras de un misionero español, Juan Cortés, que en juventud se dejó llevar por la carne y cuyos pecados le llevaron, a su vez, a Dios. Embarcado hacia el Nuevo Mundo, pretende llevar la Palabra Sagrada y a Jesús a esos desgraciados indios ignorantes. Pero la viruela, que ya sabemos que hizo estragos entre la población aborigen durante la Conquista, provoca unos resultados narrativos insospechados en la imaginación del autor.

«Cuando ya no quedaban más cuerpos que succionar, lloró y se masturbó sobre sus cadáveres».

El título es claro y nos desvela unas cuantas cosas: que nos vamos a encontrar con, al menos, un vampiro y que, parece, este se hace muchas pajas. Pues sí, es lo que hay. Paul no engaña a nadie. Los efectos de esa cepa mutante de la viruela española en la sangre de los indígenas provoca una catástrofe inesperada. El superviviente sentirá deseos irrefrenables por la sangre y el sexo, uno de los cuales no podrá saciarse sin el otro.

La parte que más disfruté de este relato, aparte de esa presentación y recorrido por la vida del mismo protagonista, es el tiempo que pasa Juan Cortés esperando la llegada de un barco que le lleve de nuevo a su tierra, así como el tiempo que pasa después oculto luchando por evitar ese deseo incontrolable de beber sangre haciéndose… ya imaginan qué. Es este simple elemento, que solo una mente retorcida y sin cohibición, consigue que una historia de vampiros se convierta en una historia original, llena de humor y que no olvida el drama y lo lleva hasta sus últimas consecuencias.

Lo curioso de esta historia es que Christoph parece decirnos que uno no puede escapar de sus pecados. Si se es pecador, se morirá pecador. Dios guarda ases chungos en la manga. Es rencoroso y cabroncete. Pero puede también que la idea principal sea que a los mamones de los españoles que fuimos a cargarnos a peña en las indias americanas y a esquilmar sus tierras nos tenían que haber jodido bien por haber jodido a su vez a aquellas pobres gentes que vivían a su bola, tan felices.

El vampiro onanista es una historia de venganza, pero también una historia de amor, de perdón y de búsqueda de la felicidad, con la que te partes la caja mientras tanto. Es uno de los relatos que más he disfrutado. ****

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El segundo relato, Tiempo de sombra de aquello demasiado grande para ser visto, me desconcertó muchísimo y esa extrañeza me animó a seguir leyendo. En mi opinión (que poco importa), una de las virtudes del bizarro es precisamente esta: perturbar y, al mismo tiempo, desafiar al lector a que comprenda, si es posible, lo que está sucediendo. Acompañamos al personaje, cuyo nombre nada más y nada menos que es Salvador Dalí (aunque poco a poco descubriremos quién es en realidad), a través de las calles de Saint-Cloud, para seguirle luego a una fiesta en un tercer piso de Saint Germain. Regresará, finalmente, a casa y es en ese final donde el sentido de introducir el relato en «Monstruos bizarros» cobra sentido.

«El zumbido y el escozor parecían partes de la misma fiebre. Las voces persistieron».

Para mí, aunque la historia no hubiera tenido ese final, este relato se hubiera hecho imprescindible en la colección, aunque hubiera obligado a un cambio completo en el título del libro. Tiempo de sombra…, por muchas cosas, me parece el mejor relato de Monstruos bizarros. Y no puedo dejar de pensar que nos habla de una jodida invasión. *****

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Ciudad en llamas me parece otra maravilla. Mandy De Sandra, a partir de una mamada, nos mete de lleno en una teoría conspiranoica que desemboca en una aventura bizarra descomunal. No voy a enumerar todo lo que sucede en esas apenas 18 páginas. Leedlo y lo sabréis. La historia crece y se retuerce hasta cotas maravillosamente demenciales, que bien podrían haber ocupado en manos de cualquier otro escritor o escritora un buen tocho de páginas. Hay crítica también y bastante jodida, por cierto. ****’5

«–Mierda, ya han empezado a eyacular. Van a hacerle un bukkake a la ciudad. No dejes que su semen te entre en la boca…».

Si la línea de diálogo de arriba no os llama la atención, entonces el bizarro no es lo vuestro.

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En el cuarto relato, Tiffany Scandal se mete en la piel de una niña que sufre del desprecio y el acoso de sus compañeros y compañeras de clase. Me llaman monstruo es la historia más normal y sentimental del pequeño conjunto de Monstruos bizarros. A través de Imelda, sentimos lo que probablemente muchos de nosotros hayamos sentido en algún momento de nuestras vidas: rechazo, menosprecio, insultos, dolor, odio, deseo, necesidad de amar y de ser amados. La historia se desenvuelve bien, sin demasiadas sorpresas, avanzando poco a poco a través de las vivencias de esta chica y de sus pensamientos.

«Debajo de todo eso, no sé muy bien… ¿Sigo siendo yo?».

Es la historia de una niña que se hace mayor, de la búsqueda de sí misma, de la aceptación. ***

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Dibujos animados en el Bosque de las Suicidas, el último que cierra la colección, es un relato complejo. Creo que debería volver a leerlo para comprender mejor las escenas descritas por Leza Cantoral, si es que tienen un sentido más allá de crear una atmósfera extraña y depresiva, una forma de materializar unos sentimientos de pesar y miedo, que conforman a su vez ese mundo oscuro que se nutre de ellos. En cinco actos y en primera persona, la historia narra las vivencias de una chica adolescente cuyas decisiones le llevarán a sumirse en un terrible desasosiego que la arrastrará hasta ese bosque donde un ser llamado Madre se alimenta de su dolor y el de otras chicas. ***’5

«No hay nada ahí dentro. Solo un agujero donde solía haber un corazón. Un agujero que rellenar con chicas al borde del abismo».

En los cinco relatos de Monstruos bizarros existe una lectura secundaria muy crítica, incluso en algunos primordial, para llegar a comprenderlos en su completa dimensión. Esos planos secundarios o, como digo, paralelos y subyacentes son una invitación para nuevas lecturas más tranquilas y reflexivas.

Me he divertido mucho con Monstruos bizarros que era, principalmente, lo que yo buscaba. Me he topado con relatos frescos y muy originales.

La edición de Orciny Press es bonita y la traducción, tanto de Hugo como de Francisco, muy buena. Tal vez he sentido en ocasiones que el leitmotiv que da título y une el conjunto estaba cogido con pinzas. Aunque es un buen reclamo, desde luego, para futuros compradores. Yo puede incluso que, a excepción del primer relato, también pensara que iba a encontrarme a unos monstruos más clásicos o reconocibles. Pero, de cualquier forma, me quedo con ganas de más y me parece que Monstruos… es un conjunto que satisfará a aquellos que buscan historias diferentes, divertidas y con mucha enjundia. Así que mi felicitación a Orciny y a los traductores desde la oscuridad inhospita de este blog.

Nota: 4 sobre 5.

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