31 de marzo de 2015

¡Hola, Benjamín!

Panorama caminito
Uno de los caminos más espectaculares de España.

 Continúa mi sorteo del libro “Relatos para María”. Este fin de semana pasado recorrí el Caminito del Rey con mi cuñao, con algunas de cuyas fotos amenizaré esta carta (del Caminito no de mi cuñao) y hace unos cuantos días una estudiante de Leeds (UK) me escribió para decirme que había comprado mi novela “El jardín de Marta” en Amazon y me preguntaba si me importaba que ella tradujera 5000 palabras de mi historia al inglés. Respecto a esto último me resultó chocante y, cómo no, le dije que lo tradujera enterito si le apetecía. Me mantendrá informada del trabajo y esperaré también su crítica.

Durante estos días también he escrito y enviado relatos a unos cuantos concursos, no me han seleccionado en uno de ellos y hoy mismo enviaré a otro una versión de un capítulo de “Don Quijote de la Mancha”, que, por cierto, la lectura del párrafo a reescribir, me animó a empezar a leerlo una vez más. Cómo no, me pareció que Cervantes era un genio. Pero que a estas alturas de la vida tenga que decirlo no me avergüenza. Ya me he hecho a la idea de que progresamos como lectores igual que como personas y siempre hay un momento para determinados libros. Siempre quise leer “El Quijote” (como supongo quiere hacerlo todo el mundo), y a lo mejor lo hago este año sin que me lo hubiera propuesto como objetivo vital del 2015. A ver si lo consigo.

Durante estas semanas hemos mantenido una correspondencia “oculta” consecuencia de haberme convertido en uno de tus “lectores cobaya”. Mencionabas en tu última entrada que no había tenido mucho éxito esa consideración en la Bookcamp (me refiero a lo de escritores cobaya) para definir a los escogidos y premiados con la lectura del primer borrador de tu novela, y supongo que es porque “cobaya” suena a demasiado experimental (además alberga connotaciones negativas). Para mí desde luego no ha sido nada traumático y puedo considerarme un cobaya satisfecho.

Puente
Puente metálico y canal de agua a más de cien metros sobre el río Guadalhorce.

Decidí escribirte al poco de comenzar “Con la vida a cuestas” para expresarte mis impresiones del inicio y luego te envié algunos correos más llegado a la tercera, la mitad y las tres cuartas partes de la novela, si mal no recuerdo. Luego, al final, te escribí una valoración general que era consecuente con la crítica que te había ido realizando en las anteriores (aunque, de haber sido contraria, tampoco me hubiera molestado en lo más mínimo en retractarme).

Para mí ha sido una experiencia muy interesante. He aprendido mucho. Por supuesto considero que nada de lo que te dije no es ni mejor ni peor que cualquiera de los informes que te hayan escrito los otros lectores o, desde el momento en que la imprimas y esté a la venta, puedas recibir de aquellos que la compren y la lean. Y, como te dije, cuando uno libera su trabajo pasa a formar parte del mundo, en el sentido de que todas las opiniones serán igual de válidas, aunque no siempre igual de bienvenidas para el autor. El objetivo, tal vez, es que lo que pretendemos plasmar al escribir una historia llegue a ese lector con la mínima perdida de información y sentimiento posible. Y luego entramos en el ámbito de los gustos y del target al que va dirigido nuestro trabajo, que recibirá con mejor o peor ánimo una determinada novela.

Tú has realizado perfiles de personajes muy completos y yo, cuando escribo, tiendo a minimizar en lo posible cualquier intrusión para el lector y centrarme en la acción y en el diálogo. Me gusta ofrecer una libertad casi completa. Que los lectores decidan qué llevan puestos mis personajes, cómo son sus ojos y boca, incluso parte de su personalidad. Aunque no es menos cierto que disfruto muchísimo cuando leo a personajes descritos con sumo detalle, lo que más me interesa es lo que hacen. Ni lo mío ni lo tuyo es peor: son formas de afrontar un elemento tan importante como los personajes de maneras distintas. (Y aquí que nadie piense que en tu novela no pasa nada, porque pasan muchas cosas, desde luego).

También hablamos de las tramas, su número, hacia dónde iban, lo que nos llevó a discutir (en el buen sentido) rasgos de la personalidad de tus personajes y sus motivaciones. Ya sabes cual creo que es el punto fuerte de tu novela, que es, como no podría ser de otra manera, lo que más me gusta cuando leo relatos de Vonnegut, Chéjov, Welty y, por supuesto, de Carver: el modo en que las personas afrontamos y reaccionamos ante determinadas situaciones difíciles.

Creo que tendremos tiempo de comentar más cosas en el futuro sobre tu nueva novela, así que dejaré en el aire mucho de lo que hablamos. Sobre todo cuando ahora estás realizando y parece que casi has terminado la  última de las revisiones.

Camino
Más fotos de las impresionantes pasarelas del Caminito del Rey (Málaga)

No sé si he sido un buen o un mal crítico, pero he intentado ofrecerte algunas de las pocas cosas que sé y he procurado, con toda la buena intención, que mis consideraciones pudieran hacer de tu novela un producto mejor según mi criterio, que por supuesto no tiene por qué ser el correcto.

He querido escribir una carta más ligera y corta que otras veces, pero no lo estoy consiguiendo…

Sigo leyendo teoría literaria no solamente porque quiero seguir aprendiendo todo lo posible en mi absoluto convencimiento de que muchos de estos libros enseñan cosas muy aprovechables, sino también porque los disfruto una barbaridad. Aunque intento no hacerlo para centrarme solo en escribir, me lo paso pipa leyendo a esos escritores hablar sobre cómo entienden la escritura y conocer sus experiencias tanto en lo literario como en lo vital, ámbitos que casi siempre están entrelazados. Y, ¿sabes?, uno de los primeros libros que leí y que fue muy importante para mí es precisamente “Zen en el arte de escribir” donde Bradbury reflexiona de forma apasionada sobre qué es esto de juntar letras. Y, casualidades, hace poco, leyendo partes de un libro titulado “Lo mejor de la fantasía y la ciencia ficción” me encontré con una biografía breve sobre el mismo Bradbury escrita por William F. Nolan. En ella habla de cómo Bradbury en 1934 (cuando contaba alrededor de los trece años) asistió a «un cursillo de literatura dirigido por Jennet Jhonson, y empezó a leer las obras de Hemingway y de Thomas Wolfe, que ejercería una gran influencia en su estilo».

Doy por hecho que la mayor parte de autores norteamericanos recibieron en algún momento de sus vidas clases de literatura porque era algo habitual, accesible y coherente para cualquier joven que se interesara por escribir. Todos aprendemos y asimilamos muchos conceptos durante este periodo de niñez y juventud y la suerte de los autores norteamericanos es que no tienen que mencionar lo evidente: si quieren escribir bien, realizan cursos para aprender los fundamentos y recibir consejos y críticas de quienes pueden ayudarles.

Como decía McKee (al que mencioné hasta el aburrimiento en mi anterior carta), aquí en Europa no se sabe lo que nos pasa con esto de aprender a escribir bien. Todos y cada uno de nosotros hemos recibido fundamentos de cómo se escribe que hemos desarrollado en menor o mayor medida en la fase adulta. Podemos decidir ampliar ese conocimiento mediante la teoría y la práctica o solamente con la práctica del acierto y del error escribiendo todo lo posible como locos. Con dieciocho años, Ray, en sus propias palabras, empezó «a llamar a las puertas de los profesionales, la mayoría de los cuales pertenecían al club (de escritores). Anhelaba desesperadamente aprender los secretos de quienes dominaban el oficio; escribía un nuevo relato casi cada semana y lo hacía circular pidiendo críticas y consejos». Y aun así, en 1941, a los 20 años, Bradbury escribió 52 relatos en 52 meses y sólo vendió tres. Digo todo esto porque en los comentarios de tu anterior carta hablas de Bradbury y también de Hendrix, de quien tampoco creo que hace falta decir que buscó el apoyo e instrucción de aquellos a quien admiraba y aprendió casi de forma obsesiva para llegar hasta donde su potencial y habilidades le permitieron.

El río
El río como compañero incansable del paseo.

Siempre estamos aprendiendo y en esto de escribir no lo es menos: leemos autores que admiramos y de una forma u otra pretendemos imitarlos. El uso de un conocimiento subconsciente no significa ausencia del mismo. Aplicamos lo que sabemos aunque no nos demos realmente en cada una de las cosas que hacemos. De hecho, aspiramos a interiorizar todo el conocimiento posible para aplicarlo sin pensar y, de esa manera, ser mejores.

De nuevo, suelto un rollaco que nadie me pide, pero queda poco para que terminemos estas cartas y, a la espera de que podamos retomarlas, quería decir algo así. Y no siempre pensé de la misma manera, desde luego, y seguramente lo que estoy diciendo ahora es algo diferente de lo que te decía en mis primeras cartas.

Y ahora podría seguir hablando y hablando pero creo que ya he escrito demasiado, así que espero que me cuentes cómo ha sido para ti la experiencia de tener a unos cuantos lectores al otro lado leyendo tu novela y comentándote cosas. Seguro que tienes mucho que contar. Así que lo espero impaciente.

¡Un abrazo!

3 respuestas a “31 de marzo de 2015

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  1. Eres un buen crítico, no te quepa duda. 😉
    Voy a escribir ese post relatando la experiencia con los «lectores cobaya» (a mí me gusta el calificativo, es simpático), porque creo que ha sido muy enriquecedora. De hecho, el contraste de opiniones me ha llevado a tomar la decisión que te comentaba el otro día por email, con lo que confío en que el libro, como producto, más allá de su calidad literaria, va a ganar interés. Tengo cierta tendencia a dejarme llevar por sensaciones e impulsos, y la verdad es que no me ha ido del todo mal, así que, una vez más, voy a ser optimista respecto al experimento.
    Siempre estamos aprendiendo, eso es indudable, y menos mal que es así. Quien no tenga inquietud por aprender (lo que no significa tener que ponerse a leer la enciclopedia británica) es que está cerca de convertirse en tronco. De igual manera, el escritor que piense que ya lo sabe todo, que no necesite que nadie le diga qué puede hacer mejor, que no se fije en otros escritores, en las novelas que le entusiasman, que no acepte consejos ni críticas (constructivas), está perdido. Probablemente nunca llegue a emocionar con su escritura porque difícilmente va a conseguir llevarla a otro nivel, a ese al que todos los que escribimos para ser leídos soñamos.
    Yo aprendo cada día, de quienes saben de qué hablan, pero también y, sobre todo, de las novelas que leo, y de las experiencias personales de otros escritores que, como yo (como nosotros), buscan su hueco. Y aprendo de los lectores, porque, y a riesgo de parecer populista, el lector es quien, en definitiva, dicta sentencia.
    El Caminito del Rey es espectacular. Ahora que lo han acondicionado debe ser una gozada recorrerlo sin miedo a despeñarte. Gracias a ti estoy descubriendo una Málaga que ignoraba y, la verdad, apetece mucho acercarse por ahí.
    Voy a estar unos días bastante desconectado, recargando pilas y aprovechando los ratos libres para hacer el repaso definitivo a la novela, a ver si cazo algún gazapo rebelde.
    ¡Un abrazo!

    1. No puedo estar más de acuerdo con cada una de las cosas que dices. Y también en eso de dejarse llevar, porque es lo mejor que uno puede hacer en la vida, y por supuesto también cuando nos ponemos a escribir, y que casi siempre da los mejores resultados. Racionalizar tanto las cosas sirve cuando uno ya no piensa en ello. Yo intento no leer libros de teoría cuando escribo porque me entorpecen mucho, aunque ahora estoy intentando dejarlos de lado un tiempo. Todas estas cartas me han servido mucho para resumir algunas cosas de libros con los que he aprendido (y sigo aprendiendo) muchas cosas y, por supuesto, para entablar una larga e interesante conversación en la que, al final, me parece que estamos mucho más de acuerdo de lo que podría parecer en un principio. Yo también creo en la pasión y en el talento innato. Así que, como te dije, espero que retomemos estas cartas cuando quieras. Me parecía interesante ponerle un punto y aparte en esta etapa coincidiendo con la publicación de tu nueva novela. Cuando te pongas con la siguiente (o cuando lo desees) sabes que estaré encantado de retomar el intercambio. Pásalo muy bien en estos días y, sí, el Caminito es para no perdérselo. Si vienes alguna vez, Málaga interior no te decepcionará, te lo aseguro. Y tienes a un amigo por aquí con el que tomar refrescos y cervezas y conversar sobre muchas cosas. 🙂 ¡Un abrazo!

  2. Reblogueó esto en la recachay comentado:
    Ya ha llegado la respuesta de Toni Cifuentes a mi anterior carta a un escritor. En ella comenta su experiencia como «lector cobaya» de Con la vida a cuestas y continúa reflexionando sobre el proceso creativo. Las fotos del malagueño Caminito del Rey son espectaculares.

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