Miércoles, 21 de enero de 2015

¡Hola, Benjamín!

Me alegro de que sigan tus presentaciones de El viaje de Pau y que disfrutaras de la compañía de la familia y de lectores curiosos por conocer a autores independientes y, tal vez, averiguar cómo nos las apañamos en el día a día. Pau sigue contigo y lo seguirá estando por muchas novelas que termines escribiendo. En alguna entrevista te leí que habías intentado escribir algunas novelas en el pasado que no llegaron a nada. Pau no sólo ha sido tu primera obra terminada sino que, además, significó un punto de arranque en tu intento de ser escritor, de lograr un sueño. ¿Es de eso de lo que trata tu siguiente novela? ¿De personas que buscan llegar a ser lo que no fueron, de los cambios que algunos tienen que hacer de forma voluntaria y valiente u obligados por las circunstancias, de cómo nos encontramos en ese camino, de la vida, en definitiva? Ya tienes el título, según he leído en Facebook: Con la vida a cuestas. Me gusta. Tengo ganas de leerla y saber si acierto con mi intuición (por lo que te conozco de tus entradas en tu blog, de lo corta pero fructífera que fue nuestra charla en Badalona y por cómo fue tu anterior novela).

También hemos hablado alguna vez de lo que hace a alguien ser o no un escritor de verdad y, más o menos, estamos de acuerdo en que no lo hace escribir de una manera determinada, mejor o peor (¿qué es eso?), ni siquiera como resultado de vender muchos libros; es algo muy íntimo que viene del deseo de plasmar un mundo interior y, en última instancia, de ofrecerlo a los demás. Está claro que hay escritores que se conforman con escribir en la intimidad de su casa, otros que desean darle forma y venderlo entre sus familiares y allegados y, luego, los locos que desearían no sólo vender muchos sino, además, vivir de ello. Y aun así, lo que motiva al primero, a esa persona que se esconde en su rincón a escribir sus cosas en secreto, el mismo que no piensa en vender un solo libro sino sólo en teclear y teclear, es lo que da sentido a esto que es escribir. ¿No crees?

Borrador Marta
Corrigiendo «El jardín de Marta» otra vez.

Ando corrigiendo El jardín de Marta. Otra vez. He pensado en una edición impresa y estoy valorando algunas opciones, entre ellas, CreateSpace, de Amazon. También he bajado el precio en la misma página de Amazon, ya que el 21% por ciento de IVA que se aplicó debido a la nueva legislación lo incrementó sobremanera. Decidí entonces darlo de baja en Casadellibro y planeo alguna promoción gratuita para ver si consigo que el libro recupere algunos puestos (unos cien mil) y atraiga la atención. Quiero hacerlo con El jardín… porque es un libro que ya tengo terminado y me parece que bien merece mi insistencia. Releyéndolo, a pesar de las nuevas correcciones (y del aspecto de páginas como la que muestro en la fotografía), me parece que hice un trabajo interesante cuando la escribí hace ocho años. Aparte de algunos relatos de fantasía con aire juvenil, he escrito poco en los últimos tiempos y cada vez que leo esta novelita corta me dan ganas de probar de nuevo. De todas maneras, no le doy muchas vueltas. Para estar parado tengo mucho que hacer: escribir una obra de teatro, terminar de hacer mi página web personal, escribir el proyecto de guion a cinco manos en el que estoy embarcado junto con los compañeros de La Térmica TV y terminar unos cuantos relatos antes de planificar qué quiero hacer con ellos. Escribir relatos de fantasía para niños será algo que surja más adelante. La verdad es que lo que me gustaría hacer sería escribir sin más lo que se me antojara, pero está claro que hay que tocar todos los frentes posibles.

Recuerdo que una vez, en las primeras cartas que comenzamos a escribirnos, me preguntaste cómo lo hacía, cómo llevaba tanto tiempo escribiendo sin que hubiera desesperado y desistido, por qué seguía haciéndolo. No sé si te respondí o lo hice un poco a la ligera. La verdad es que tengo que confesarte que lo que me anima a seguir escribiendo es el hecho de que, en realidad, espero el momento en que me llegue un trabajo de verdad, algo que me guste y me permita vivir para… seguir escribiendo. Sí, es verdad, he pensado (y lo sigo haciendo) en la posibilidad de que ese trabajo de verdad tenga relación con la escritura, que gane dinero con algunas de mis historias, pero no creo que nunca haya estado dentro de mis planes de supervivencia. Aunque sueñe con la posibilidad de vender muchas novelas y ser un escritor de éxito, toco con los pies en la tierra y mi aspiración es tener un buen trabajo, bien pagado y que me permita tener tiempo libre. ¡Menudo sueño, ¿eh?! A día de hoy, para muchos españoles, incluido un servidor, es algo casi inalcanzable. Mierda de PP y PSOE (esto lo meto porque me apetece). Puedo permitirme el lujo de pensar que eso pueda ocurrir alguna vez, que gane algo de dinero o que incluso escriba una novela de éxito (y, de hecho, no es algo que considere fuera de mis posibilidades). Pero el camino es tan difícil y hay tantos factores que se escapan a mi control que no veo la forma de encaminarme hacia ese fin, más allá de escribir, claro. Y quizá es porque, a pesar de todo el tiempo que llevo escribiendo, solamente acabo de comenzar y me queda mucho por aprender. Y por escribir. Si nada más que tuviera en la cabeza escribir novelas como un plan de vida, creo que terminaría desesperando y me olvidaría de ello: me parece que no compensa el sacrificio por conseguir algunos logros que, como mucho, llenan el ego (lo cual es bien sano pero no da de comer).

Estoy cada vez más seguro de que, en estos tiempos, un escritor debe probar en sus inicios la autopublicación y seguir haciéndolo aun después de que, si tiene suerte, sus libros se siguen vendiendo. Otra cosa es que reciba un fabuloso contrato editorial que le lance al universo escogido de los escritores estrella. De otra forma, como hemos podido leer por experiencias de otros compañeros escritores, el camino independiente es el más libre y el más gratificante para el autor. Pretendo probarlo en mis carnes.

Antequera nevada
Esto es lo que veo en mi ventana: nieve en la sierra de Antequera.

Hace mucho frío. En Antequera ha nevado esta mañana. Desde mi ventana, se ven los tejados y edificios de algunas casas frente a las estribaciones imponentes de la Sierra del Torcal. He puesto la fotografía porque Zuri Aguirre lo hizo en su blog como continuación de una cadena. Yo no voy a nominar a nadie, pero te invito a que lo hagas, a que pongas la foto del lugar donde escribes y, además, lo que ves a través de tu ventana.

Aquí escribo mis historias
Aquí escribo mis cosas.

Este es el lugar donde escribo, en un ordenador portátil pequeño (no necesito más) frente a esa ventana que ahora está tapada, donde está la plancha, donde tengo una pequeña estantería metálica con mis diccionarios, un montón de papeles con historias ya corregidas, una lámpara y una taza con las gemelas que aparecen en la película de El resplandor, regalo de unos buenos amigos. El invierno no es mi época preferida para escribir. Me gustan los días soleados, aunque no muy calurosos, en que uno puede disfrutar de la luz y el brillo del cielo. Me siento más activo y suelo avanzar mucho con las cosas que escribo. El invierno me ralentiza, como si me hundiera a cada paso en esa misma nieve que cubre las calizas rasgadas y rotas del interior de la montaña, hundiendo las ramas de los espinos y los arces, allá arriba. De todas maneras, pretendo sacarle todo el provecho a estos meses oscuros y fríos. Si en mi primera carta del año empecé con muchas ganas, quiero seguir siendo optimista y escribir todo lo que pueda.

En tu carta, además de enumerarme los muchos libros que has comprado y los problemillas con la recepción de alguno (que espero ya se hayan resuelto), me escribías cosas como ésta:

“Yo también estoy convencido de que ese es el ingrediente básico para avanzar y llegar al éxito, que no necesariamente tiene que estar relacionado con vender muchos libros, sino con sentirte realizado y reconocido. De verdad pienso que el éxito es disfrutar con lo que uno hace. En estos tiempos grises que vivimos no mucha gente puede presumir de ello”.

Está claro, uno debe sentirse bien y, si escribir es una faceta más de la vida, hay que procurar que no se convierta en una obsesión fallida o un objetivo frustrante. Como dije al principio, la base de escribir debe ser la diversión (o por lo menos la evasión, la catarsis). Creo haberlo contado alguna vez: un amigo me dijo que si no lograba saber cuál era mi tema, por qué escribía, no llegaría demasiado lejos. Yo le dije que lo hacía para pasármelo bien y que mi objetivo era, fundamentalmente, entretener a los demás. Negó con la cabeza. Con eso no era suficiente. Con el tiempo he comprendido algo de lo que me decía, pero sigo sin darle mucha importancia. Sí, escribo sobre la muerte, el olvido, a veces sobre lo extraño, sobre el dolor, pero también sobre los conflictos, las reacciones de las personas ante hechos inesperados, sobre los incomprendidos, sobre los monstruos; pero sigo escribiendo para disfrutar y hacer que otros disfruten conmigo. Si no consigo eso, he fallado. Y para mí es fundamental en cualquier escritor que lea: los habrá que hablen sobre cosas transcendentales, que lo hagan con un lenguaje exquisito, pero si no me divierten, ahí están mis manos para, con un leve movimiento de dedos, cerrar el libro y abandonarlo en la estantería o, mucho más fácil, pulsar el botón de borrar. Así que sigue teniendo eso claro: “El éxito es disfrutar con lo que uno hace”.

En cuanto a los libros y cuáles son los buenos, ya no creo en las críticas, promovidas muchas veces por intereses comerciales o basadas en la propia incultura del lector; por muchos libros que se lean, no se es mejor lector. Este amigo librero del que hablé una vez es de los que piensan que hay muchos grandes libros en la literatura universal como para poner el ojo en lo que se está escribiendo ahora. Que antes de leer a determinados autores contemporáneos hay que leer a los clásicos. Y, aunque no estoy del todo de acuerdo con él, sí lo estoy bastante. Me lanzo piedras sobre mi propio tejado, pero en el libro inifinito podríamos poner el punto de lectura en este 21 de enero de 2015, echar la vista atrás y empezar a dar pequeños saltos buscando autores (algunos vivos, otros muchos ya fallecidos) que han escrito obras fabulosas. Podríamos tomarnos la licencia de dejar el libro nada más comenzar si no nos convence y pasar al inmediatamente anterior que nos haya llamado la atención, y ninguno de nosotros, no tengo la menor duda, llegaría al principio de ese gigantesco libro universal. Jamás. Sería imposible. Pero aun así sé que sería un viaje maravilloso.

Al hilo de esto, a veces me pregunto no por qué seguimos escribiendo (que eso más o menos lo sé aunque cada cuál tenga sus motivos), sino ¿por qué se siguen editando libros? ¿Ya nos los hemos leído todos, los libros buenos de verdad? Y sé que podrías preguntarme qué es un buen libro de verdad. No tengo la respuesta, pero algo que se me ocurre es: aquel libro que todavía emociona aun después de haber pasado siglos de haber sido escrito. En fin, después de esta divagación, termino.

Cuéntame, como me decías al final de tu última carta, cómo han aparecido los personajes de tu nuevo libro en tu camino, cómo los has relacionado, cómo encontraste la trama que los uniera, cómo llegaste al final. Y no estaría mal que me dijeras cuáles son tus planes a la hora de editarlo y los pasos antes de que eso llegue. Estaría muy bien que quedara fijado en estas cartas, no sólo para ayudar a cualquiera que se le ocurra plantearse la edición de algo que tenga, sino para mí también. 🙂

 ¡Un abrazo!

7 respuestas a “Miércoles, 21 de enero de 2015

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  1. Cómo he disfrutado esta carta, compañero. Sacas muchos temas, todos interesantes. Lo primero, esa vista del Torcal es impagable. Con ese paisaje es fácil inspirarse. La otra foto, la de las correcciones de ‘El jardín de Marta’, es bastante menos bucólica… Y en cuanto al lugar de trabajo, yo no podría poner sólo una foto, porque depende del momento y de la época del año escribo en lugares diferentes. Ahora lo hago en la mesa del comedor, pero en cuanto se intuya la primavera me saldré a la terraza o a algún parque. Mi escritorio es bastante desastroso. No soy precisamente un ejemplo de orden… Si tú tienes de compañera a la tabla de planchar, yo tengo… ¡la lavadora! Te lo prometo, ya pondré la foto.
    Qué buena idea lo de la web. Yo no acabo de animarme, básicamente porque me veo incapaz de añadir una tarea nueva a la larga lista que pudiste leer en mi primera carta del año, pero es algo que acabaré haciendo (cuando sea famoso, jajaja).
    Descuida, que en la próxima respondo a todas esas preguntas que me haces. No tardaré en enviarla.
    ¡Un abrazo!

    1. Espero con ganas, como siempre, tu carta. Creo que cuando tu libro salga a la venta, será un buen momento para plantearnos qué hacer con ellas. El Torcal debe de estar espectacular. Alguna vez hemos subido con todo embarrado, rompiendo las costras de hielo al caminar y con cortinas de niebla cruzando por encima nuestro. Es un lugar mágico y estoy seguro de que te encantaría. Espero que en el futuro puedas pasarte por aquí y verlo tú mismo, que en las fotos nunca es lo mismo (e hice unas cuantas cuando me llegó el libro viajero). Sé que has puesto muchas fotos escribiendo en parques, pero pensaba que tenías un lugar fijo donde refugiarte los días de lluvia. 😉 Y, qué le vamos a hacer, tu tienes una lavadora de compañera, yo tengo la tabla de planchar… Así se empieza, ¿no? Nos seguimos leyendo. ¡Un abrazo!

  2. Toni!!! gracias por compartir el rincón donde escribes!!!! es precioso!! lo que más me gusta es la vista desde tu ventana wow!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! es realmente hermosa!!! tu me dijiste algo sobre el cerro del Sangangüey que yo veo desde la mía, pero nada que ver!! tus montañas son enormes, majestuosas, y con nieve!!!!! sabrás que para alguien que vive en clima tropical ver la nieve es algo sublime… me gusta tu espacio sencillo, sin «amontonadero» y el detalle de la taza de resplandor, yeah!!! qué chido!!

    1. ¡Gracias a ti, Zuri! Te prometo que no me disgustaría para nada vivir con un clima tropical como el tuyo. Aquí en Antequera nos helamos en invierno y los veranos son para achicharrarse vivos. Nos gustan los lugares tan distintos y lejanos a los nuestros, ¿verdad? Por suerte, internet nos acerca un poquito. ¡Un abrazo!

      1. Si, por suerte!! se puede viajar, conocer esos lugares… pero si no se puede siempre tendremos los sueños… y por supuesto el sentir que estamos ahí, a través de las palabras de otros… como tú!! 🙂

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