Martes, 15 de noviembre de 2016: Éxito comercial, bonos regalo e informes de lectura

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Foto de Peter Bond (Flickr)

¡Hola, Benjamín!

 Escribe lo que se venda es una de esas cosas que supongo que todos querríamos hacer. Cuando uno se plantea la escritura como una forma de expresión íntima e incluso artística eso queda fuera de lugar, ¿verdad?, pero cuando uno busca intentar vivir de ello, desde luego, no es mala idea. Leí el comentario de Antonio Garrido en tu blog, de las interesantes crónicas de tu experiencia en el III Congreso de la AEN.

Otra más que apuntaste: «Hay que conocer las reglas de juego en el mundo editorial», lo cual viene a ser más o menos lo mismo del principio. Las editoriales quieren vender, está claro. Son una empresa, no una casa de caridad (esto lo leí hace un tiempo en Facebook). El problema (o a mí me lo parece) es que a veces ellas se equivocan también y ese mercado que creen basado en determinados gustos, en realidad, no existe o no es tan cierto. Los lectores, es verdad, quieren entretenerse cuando abren un libro, pero sus niveles de exigencia pueden ser más o menos elevados. Fundamentalmente los lectores quieren pasar un buen rato con unas páginas que les hagan olvidar el mundo exterior, sus problemas; que les permitan vivir aventuras, viajar a lugares lejanos en el tiempo y en el espacio y meterse en la piel de personajes que de otro modo sería imposible vivir, visitar o ser. Pero la forma en que los libros consiguen eso depende de muchas cosas, y a veces el mercado editorial creo que no va muy bien encaminado.

Te agradezco mucho las palabras que me dedicaste en tu última carta, en la que hiciste un nuevo recorrido de las cosas buenas que has conseguido gracias a tu esfuerzo. Tú camino sigue y sigue y, sabiendo que las cosas de palacio van despacio, sólo hay que seguir escribiendo, mejorar todo lo posible y esperar el momento en que la suerte, la calidad y, por qué no, los contactos te empujen más alto.

Esperar es complicado, lo sé. Más cuando uno ve a su alrededor a personas que lo consiguen de una forma que parece sencilla, casi a la primera. A nosotros ya nos llegará ese momento. Sea cuando sea. Supongo.

Hace unas semanas presenté «Autotomía» en Antequera y hablé un poco sobre lo difícil que es publicar en una editorial tradicional, pero también de las nuevas vías que permiten a cualquier escritor mostrar su trabajo. Expuse pros y contras, hablé de royalties, leí algunas de mis cartas de rechazo e intenté ser lo más sincero posible para ayudar (o no), de entre la veintena/treintena de asistentes, a quien quisiera emprender este (loco) camino.

Una de esas cosas que expliqué es que publicar en una editorial independiente para mí ha sido una enorme suerte que considero un pequeño paso más en un camino del que desconozco dónde se encuentra el final. Al fin y al cabo, soy un autor más con un libro más dentro del catálogo de una editorial joven, pero además soy un escritor más de tantos muchos otros que han publicado en tantas otras editoriales. No tengo duda de que mi editorial quiere vender mi libro, pero las formas de impresión de hoy día buscan minimizar los riesgos y conmigo ya no hay nada que perder. Lo que se venda se venderá, lo cual dependerá de muchas cosas, muchas de las cuales se escapan a mi control.

Así que estoy pensando en el siguiente paso de mi camino.

El pasado viernes estuve en la presentación de «Proyecto K», de Paco Gómez, un fotógrafo/escritor (co-fundador de NoPhoto) que lo ha tenido muy claro desde el principio: el crowdfunding y las redes sociales eran la manera en que iban a sustentarse sus proyectos. «Los Modlin», su primer ensayo repleto de fotografías, que encontró en la basura, ha llegado a vender casi 5000 ejemplares y en su día superó los 20000 euros en Verkami. «Proyecto K», su segundo libro, también ha alcanzado su objetivo, aunque no ha tenido (por ahora) el éxito del primero.

En la presentación del pasado día 14 en la fabulosa librería Áncora de Málaga, Paco Gómez desgranó su experiencia en el mundo de la autoedición (él edita en una imprenta de artes gráficas, lo cual se nota –y mucho– en el resultado final) y contó una anécdota: una gran editorial acordó con él la venta de «Los Modlin» en sudamérica, pero del gran volumen de libros que se comercializaron allí en un año no han llegado a venderse ni 300 (cuando acabo de decir que en su proyecto de Verkami las cosas le fueron realmente bien). No voy a darle demasiadas vueltas a eso. Las implicaciones y conclusiones de lo que acabo de decir ya las sabemos.

Regresando a las palabras de Antonio Garrido y a tus crónicas del III congreso de AEN, Paco Gómez ha conseguido hacer algo que le gusta y conseguir que la gente compre el resultado de su trabajo. Implicó a un gran número de lectores porque escribió un ensayo fabuloso sobre unos personajes reales asombrosos y este último libro suyo también está recibiendo muy buenas críticas de los lectores. Los libreros le apoyan y él sabe que de ellas depende en gran medida las ventas de su libro. No era escritor y sin embargo ha conseguido darse a conocer mucho más a través de los libros que en todo el tiempo que lleva de oficio como fotógrafo.

¿Cuánta gente intenta escribir libros comerciales y no consigue más que escribir malas novelas? ¿Cuántos prueban suerte en el crowdfunding y no consiguen que su proyecto salga adelante? ¿Cuántos autoeditamos para convertirnos en un producto más dentro de una inmensa lista de Amazon? ¿Cuál es la clave?

A las estrategias para darse un poco a conocer, hace poco descubrí una nueva: regalar bonos regalo a lectores para que te compren el libro. No sé hasta qué punto que te den dinero para comprar un libro compromete a nadie a dar una valoración buena del mismo (desde luego, no es mi caso), pero la considero una buena manera de posicionar tu libro entre los más vendidos y, en consecuencia, tener visibilidad y, en consecuencia, ventas. No paro de alucinar. Si así es como un libro debe llegar a los lectores, paren este tíovivo de deformidades que me bajo de la chepa.

Y acabo de decir algo muy importante: VISIBILIDAD. Parece la clave de todo. Ya lo hemos hablado. No importa ser mejor o peor. Tienes que ser visto para ser vendido. Y si eres vendido, luego ya vendrán las valoraciones y las quejas, pero tú te habrás enfundado la pasta. Lo saben bien los del premio Planeta, ¿verdad? Lo cual nos lleva de nuevo a las estrategias comerciales que algunos consiguen utilizar mejor que otros en un mundo realmente competitivo y agotador. Lo cual nos lleva a hablar del tiempo que debe disponer un escritor para darse a conocer y a dar a conocer su producto y el tiempo que pierde en escribir, en leer y en seguir aprendiendo. En fin, lo de siempre.

Si creo que hay algo que debería ser primordial en esta selva salvaje es escribir bien, y, como dice Antonio Garrido, conocerse, comprender por qué escribimos, y luego dar ese paso definitivo (si lo consideramos así) para dejar de lado nuestros gustos y movernos en el terreno puramente comercial. Es un paso complicado que algunos consiguen dar. Pero también es un paso que puede llevar a la nada.

Ya para despedirme, quiero contarte (y sé que me dejo muchas cosas, sobre todo referidas al III Congreso de la AEN, en los que supongo profundizaremos en cartas venideras), quiero contarte –decía– que de nuevo estoy participando en la valoración de unas obras para una editorial. Lo hago de forma gratuita, pero no por ello me lo tomo menos en serio. Me parece una oportunidad muy interesante de probarme en esto y saber si lo hago bien, adquirir algo de experiencia y, quién sabe, complementar la escritura con estas cosas ya de una forma remunerada (si se puede).

Hace muy poco terminé de leer una novela. No me gustó. Así lo reflejé en el informe de lectura, con sus puntos referidos a los aspectos lingüísticos y literarios bien detallados y con una valoración final donde expongo los aspectos negativos, los positivos, las posibles mejoras, entre otros elementos a tener en cuenta.

Siempre me he limitado, a la hora de valorar un obra (cuando se me ha pedido o me ha apetecido hacerlo –como es, por ejemplo, en tu caso–), a ir desgranando sin demasiado orden lo que se me pasaba por la cabeza, releyendo los párrafos subrayados y anotaciones que suelo hacer. Siempre he dejado claro que era MI opinión. Esto era algo más o menos parecido.

Me ha gustado mucho (a pesar del esfuerzo por terminar una obra que, desde las primeras páginas, no me interesaba) meterme en la piel de un lector crítico que tenía en su mano juzgar (dentro de sus limitaciones) si una obra merecía la pena o no ser publicada. Y en muchos momentos pensé en todo el trabajo de esa persona y en la ilusión porque su obra pudiera ver la luz.

Hay tantos tipos de lectores que estoy seguro de que esa obra que he desgranado con minuciosidad tras dos lecturas y que he considerado que no merecía la pena ser publicada, podría haber gustado a otro lector. Ahí están mis argumentos y la editorial decidirá si mi opinión es certera o no.

Por suerte (¡y gracias!), el segundo libro que estoy leyendo me parece excelente. Acabo de empezarlo y si el resto del libro es como ese principio, estaré encantado de poner mi granito de arena en ayudar a esa persona (dentro de mi humilde tarea en esa cadena) para que se publique su libro. Y si el día de mañana lo veo en una librería o leo una buena crítica en algún blog o alguna página de internet o revista especializada, podré decir que yo fui una de las personas que lo leyó primero. Porque si algo deseo es leer buenas cosas y que los buenos escritores (sea lo que sea esto que acabo de escribir) lleguen muy lejos.

En fin, como siempre, una carta más larga de lo esperado.

Antes de acabar, tengo que decirte que me alegro de que a pesar de todo el trabajo que podamos tener entre manos, de las idas y venidas, de la vida en general, sigamos escribiéndonos estas cartas que ya superan los dos años de vida. Esta vez no hemos sacado un libro recopilatorio, pero eso poco importa. Ni siquiera importa que nos lea más o menos gente, que comenten más o menos. Lo importante es que sigamos contándonos cosas y compartiendo, como haces de formas mucho más regular que yo en tu blog, una experiencia que puede servir para que otros aventureros entiendan mejor qué es esto de escribir y soñar con vivir de ello.

Te sigo leyendo cuando puedo y espero ponerme al día muy pronto de  tus cosas.

¡Un abrazo! ¡A seguir!

 Toni.-

 

 

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3 comentarios sobre “Martes, 15 de noviembre de 2016: Éxito comercial, bonos regalo e informes de lectura

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  1. Lo del bono descuento no lo conocía. Pensaré en ello, pero de entrada no me atrae mucho, la verdad.
    Ya sabes que a mí me encanta charlar contigo, aunque sea a través del teclado. Creo que estas cartas son un ejercicio muy sano y, desde luego, pienso seguir con ello. Ya tengo en mente la próxima que te escribiré, obviamente centrada en mis impresiones sobre lo vivido en el Congreso de Escritores. No tanto el ambiente, los contactos y el contenido de las charlas (sobre lo que ya he escrito y voy a seguir haciendo en las próximas semanas), como algunas conclusiones que ya avancé en mi última newsletter (no sé si habrás tenido tiempo de leerla).
    Tengo la extraña sensación de, pese al poco tiempo que llevo metido en este mundo, ser una especie de veterano que empieza a conocer algunos secretos y acumula la suficiente experiencia en lo que respecta a la autoedición como para poder extraer conclusiones interesantes.
    La ilusión continúa ahí, no hay duda, pero me he dado cuenta de que el pragmatismo juega un papel que no debemos despreciar. Y lo que veo en muchos autores que empiezan, aparentemente con ilusión, es demasiada ingenuidad, poca disposición a la autocrítica y mucha a echar las culpas al entorno.
    Antonio Garrido sería el paradigma de escritor con las ideas clarísimas, que no renuncia a la calidad literaria pero sabe jugar con la realidad del mercado. Hablamos mucho, y me explicó cosas muy interesantes. Ya te contaré en ese futuro encuentro.
    El mundo de la escritura con pretensión comercial es, ante todo, un negocio; emocionante, sin duda, menos desalmado que la mayoría de negocios, pero no deja de serlo, y no tenerlo en cuenta es iniciar el camino con muchas probabilidades de tirar la toalla al primer desengaño.
    Estamos madurando. Todo el proceso vivido es un aprendizaje valiosísimo para seguir avanzando. En cualquier caso, yo voy a continuar haciendo lo que hago porque disfruto con ello y porque sé que, poca o no tan poca, hay gente a la que le gusta lo que hago.
    Por cierto, ya te he dicho en varias ocasiones que serías un muy buen editor, y tras leer tu carta, me reafirmo en ello. 😉
    ¡Un abrazo!

    1. En realidad, más que bono descuento, es un bono con la totalidad del precio que cuesta el libro. Es una estrategia curiosa, que no sé hasta qué punto reporta buenos resultados.
      Desde luego, tras este tiempo, ambos hemos pasado y compartido experiencias que bien podrían servir para hacer uno de eso talleres que tanto se prodigan. A veces uno menosprecia los conocimientos que tiene porque es verdad que, por lo menos a mí, me queda mucho por aprender. Pero en ocasiones, es verdad que algunas cosas que uno da por hechas, a otras personas se les escapa, no han caído en ellas o no tienen los conocimientos adecuados.
      En fin, lo dicho, que es un largo camino y que supongo que dentro de unos años podremos decir que ya hemos pasado por casi todo y, quizá, hasta podremos contarlo en alguna especie de ensayo. Espero tu carta con ganas. ¡Un abrazo!

  2. Reblogueó esto en la recachay comentado:
    Toni Cifuentes por fin sale de la cueva para escribirme una de esas largas cartas que se hacen tan cortas. Cuenta cosas muy interesantes, sobre su experiencia con su primer libro publicado por una editorial, sobre extrañas tácticas de promoción y sobre sus primeros pinitos como «editor invitado», entre otras cosas. Leedla, pronto habrá respuesta.

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