Yo no voto, ea

¿Qué significa no votar? Intentan explicármelo pero, por más que lo hacen, sigo sin entenderlo. Parece que votar es aceptar el mundo en el que vivimos con sus males y sus cosas peores, admitir que acepto el capitalismo feroz, la ley electoral, que la política no sea participativa y que sólo me pregunten cada cuatro años, que todo eso me gusta, que cierren las fronteras, que echen a la gente de sus casas, que bajen los sueldos, que desmantelen hospitales y colegios públicos, que eso me gusta mucho, como si fuera masoca. Porque yo voto.

No. Yo voto por el cambio, por aupar al gobierno de mi podrido país a un partido que transforme todo eso, que crea en la solidaridad, en la igualdad, en un mundo mucho mejor (y por supuesto no estoy hablando del PSOE). Luego pueden decirme que ese partido en el que he confiado era como los otros. Tal vez, pero lo intenté. Y entonces no me quedará más remedio que callarme. Pero lo intenté, ¿me oyes? Lo intenté.

La democracia significa dar voz al pueblo, eso sí y por desgracia, expresada mediante una papeleta que uno mete en una raja cada cuatro años. ¿Y luego nos olvidamos? Yo no. Me quejo todos los días. ¿No lo haces tú? Pero yo quería que fuera diferente. ¿Por qué no lo intentaste?

Hoy quienes no quieren votar me parece que tienen pocas excusas. Hay partidos acordes con este pensamiento de transformación, que entienden la política y el mundo de manera distinta, más cercana, más participativa, y no sólo me refiero a Podemos. Hay muchos más partidos, muchos de ellos muy pequeños que son un perfecto reflejo de un deseo de transformación. ¿Acaso sabes que existen? Yo alguna vez, en mi hartazgo, hasta les he votado.

Decidir no votar ante la perspectiva de que todos sean iguales, que el sistema (que está por encima, o eso dicen) les controlará igual que a los otros y no les permitirá hacer, me parece una actitud de desidia lamentable y, por supuesto, una victoria de los que no quieren que voten (los mismos que están por encima, los mismos que prefieren que no crean en el sistema en el que se zambullen todos los días).

Podrían darme igual todas esas personas que no votan, aceptar ese 40% de abstención (incluyendo votos nulos y votos en blanco), podría importarme un carajo. Pero sufro las consecuencias, igual que tú, que no votas. Cuando veo los resultados y me pregunto si todos aquellos que no votaron (ese 40%) y permitieron que el PPSOE llegara otra vez al gobierno, y me doy cuenta de que el sentido de las opciones de la mayoría de ellos están muy cercanas a lo que yo pienso, entonces me jode, sí, porque si todos esos que no lo hicieron, que no votaron, lo hubieran hecho, lo más probable es que todo hubiera sido distinto.

Un amigo hoy me ha dicho que soy preso de mi voto. Pero la realidad es todavía más dura, más triste: lo soy por culpa de quienes, pensando lo mismo que pueda pensar yo, no votan. Y entonces soy preso, sí, porque mi voto no sirve para nada. Porque aquellos a quienes he elegido vociferan sus quejas y argumentos afines a los míos impotentes desde una solitaria esquina.

Yo, por lo menos, lo intento.

Este domingo saldré a la calle una vez más pensando que no va a servir para nada, pero lo haré, no podrán conmigo ni la desgana ni la impotencia. Meteré mi voto en esa urna aun con la certeza de que muchos como yo no lo harán. Lo haré temiendo la noche del recuento casi con la total seguridad de que, otra vez, lo han logrado, de que han votado los mismos, yo incluído, yo para nada, joder. Y al final, al día siguiente, ellos nos habrán ganado: a ti, a mí, a quien vota, a quien no lo hace. Pero será tu culpa, no la mía. Yo no lo quise. Tú dejaste que pasara al no votar una alternativa.

Otro mundo es posible. Coge tu voto, cojones, y esa puñetera urna y házselo saber.

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13 comentarios sobre “Yo no voto, ea

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  1. Si los abstencionistas actuaran de forma consecuente y, puesto que no se sienten parte del sistema, vivieran al margen de él, pasando realmente de todo y pasándose las leyes, las prohibiciones, las normas, etc. por el culo, no tendría nada que objetar. Pero el problema es que, como tú dices, la mayoría de ellos se quejan igual que los que votamos por el cambio, y no sólo votamos, sino que actuamos en nuestra vida diaria con ese objetivo, y estamos hasta los huevos de que nos jodan la vida. Esperemos que este domingo sea diferente.
    Un abrazo.

    1. Los abstencionistas también trabajamos por el cambio día a día. No vivimos fuera de la sociedad porque estos són los tiempos que nos han tocado en suerte y lo que hay que intentar es cambiarlo, no recluirnos en una cueva por que otros hayan decidido cual es el modelo de sociedad que quieren para todos y cada uno. Votar sólo cambia de amo, si fuese un cambio real mucha gente los seguiría. El gran problema es que la derecha puede ser lo que es y en cambio la izquierda requiere de un virtuosismo que ningún político puede lograr
      saludos

      1. Al final la cosa no ha ido tan mal. Yo creo que hay tres Españas: la que añora el franquismo, la que se conforma con esta democracia y otra más que todavía tiene que confiar en la nueva ola político-social y que desea vivir en un país diferente y mucho mejor del que tenemos. Espero que los que están atrayendo a esa tercera España no decepcionen y estén a la altura de sus promesas. Un abrazo para los dos.

      2. Claro que no. Por eso espero que actúen. Te digo que si estos la cagan como la han cagado los otros, me sumo a tu anarquismo. Te lo prometo. Entonces ya dejaré de creer para siempre. Pero albergo esperanza todavía. Hay que renovar la política y hacerla diferente, y están en el camino, o eso me parece.

      3. Vale te apunto al anarkismo pues jajaja
        Yo esperanza la justa pero bueno tienen mi voto de confianza hasta que la caguen. Eso si, si sale todo bien me seguire sintiendo anarkista 8P

  2. Voy a votar, pero no tengo nada en contra de los que se abstienen (aunque me jode por todo lo que comentas), es su derecho, y mientras paguen sus impuestos y cumplan sus obligaciones civicas tienen la misma libertad para opinar que el que vota. Es mi opinión.

    1. Yo tampoco. Por supuesto son libres de no votar. Pero estoy seguro de que los que se abstienen tampoco desean un país lleno de corruptos y, por ahora, votar es la única manera de echarlos. Creo que hay suficientes opciones políticas como para convencer a los más desencantados. Solamente hace falta un pequeño esfuerzo. Si la mayoría se moviliza, podemos llegar a vivir en un país decente. Ojalá que los nuevos que llegan no la caguen, porque entonces me hago anarquista. Un abrazo.

      1. Parece que el esfuerzo está hecho, como bien dices, espero que no la caguen, pero la esperanza ha tenido un soplo (ahora suenan ecos de «tamayazos» en Madid, sería tremendo) Otro abrazo.

    1. No ha ido tan mal la cosa, ¿verdad? Ahora habrá que ver qué sucede con las negociaciones. Ahora vamos a darnos cuenta de quienes son unos y otros. Y las generales están muy cerca. Nos esperan unos meses muy interesantes. Ojalá que sea para bien. ¡Un abrazo!

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