¡Hola, Benjamín!
Empieza el año y no lo hago de mala manera. Tengo buen ánimo y ganas de reemprender la escritura después de un final de diciembre con muchas correcciones y, por supuesto, de descanso, amigos, familia, paseos en bici, lecturas y mucha, mucha comida. He tomado algunas decisiones. Entre mis propósitos para este 2015 se encuentra el hecho de dejar algo apartado el blog (y, a decir verdad, el mundo internáutico en general). Utilizaré internet para introducir currículums, para echarle un ojo al correo y poco más. Por supuesto, seguiré atento a tus cartas y mis respuestas seguirán llegando como hasta ahora. La cuestión es que llevaba tiempo dándome cuenta de que cuando mi cabeza se trasladaba fuera del proceso creativo luego me costaba horrores retomar el impulso. He tenido semanas realmente fructíferas intercaladas con otras en que prácticamente no escribía nada y en las que me asaltaban las dudas, abandonaba proyectos, intentaba retomar otros; hasta que conseguía recuperar ese equilibrio con el que volvía a sumergirme en mis escritos y sentía que todo avanzaba de nuevo. Me parece que perdí mucho tiempo y quiero evitar que esto vuelva a suceder en la medida de lo posible.
Durante estas últimas semanas, en que prácticamente no he pasado por mi blog (ni por el de tantos otros blogueros), he notado que mi cabeza se centraba mucho mejor en las cosas que tenía entre manos. Hasta que encuentre un trabajo en condiciones, seguiré tomándome la escritura como un trabajo serio y voy a hacerlo con más tenacidad que en este pasado 2014. Probablemente crearé una página web personal donde iré colgando parte de mis escritos, tanto los pasados como alguno de los nuevos que vayan surgiendo. Y poco más. Seguiré enviando a concursos literarios y me centraré con todas mis fuerzas en los relatos y la escritura de alguna novela corta. He terminado con suficiente material durante este 2014 como para editar un compendio de relatos decente, pero antes quiero completar otros cuantos para ver cómo los encajo. Llegué a pensar en recopilar tres libros diferentes, ya que he escrito en géneros dispares, pero he decidido que mejor agrupo los mejores en un único libro y punto. Me saldrá algo con más páginas y, me parece, mucho más entretenido de leer.
Entre otros, estoy con un libro de Richard Matheson, al cual odié en su día tras terminarme en muy poco tiempo su alabada novela Soy leyenda y que me pareció un enorme cagarrote. No sé si lo leí en un mal día y si al releerlo de nuevo me lo volvería a parecer o me daría cuenta de lo equivocado que estaba. Da igual. Aunque acabo de empezarlo, lo que he leído me mola. No todo, pero tiene cosas muy interesantes en este libro donde recopila, como parte de dos volúmenes (el segundo todavía no editado), lo mejor que escribió. Se titula Nacido de hombre y mujer (y otros relatos espeluznantes). A Matheson parece ser que no le gustaba que le catalogaran como un autor de ciencia ficción ni de terror. Él se encuadra en lo fantástico, pero supongo que estaba encantado de limitarse a decir que era un escritor y punto. De hecho, hacia el final de su vida, se dedicó al western. Creo que las etiquetas son para los supermercados y no para las personas. Tenemos tendencia a ello, a decir que una persona es tal o cual, de esta o de aquella otra manera, cuando pocas veces uno mismo llega a conocerse lo suficiente como para saber cómo son los demás. Para los editores es también una manera fácil de seleccionar sus productos, una buena definición de sus autores en plantilla. Pero un autor, y si es independiente todavía más, no tiene por qué imponerse límites. Es cierto que muchos nos sentimos más cómodos en un género que en otro, y yo he intentado definirme durante mucho tiempo, pero uno debe encontrar su camino caminando (en este caso, escribiendo) y probándolo todo; y yo, si bien hay cosas a las que no me acercaría nunca (o eso creo), disfruto escribiendo relatos realistas, pero, por supuesto, también cuentos de terror, fantásticos y de ciencia ficción. En este año me he dado cuenta de que da igual, de que lo importante para mí es disfrutar con las historias que tengo entre manos. Y ahora he de encontrar el estilo que me permita escribirlas lo mejor y más rápidamente que pueda. Así que, regresando a la cuestión, realizaré una selección de diferentes relatos por lo buenos que me parezcan y no porque pertenezcan a un género común. La verdad es que ésa será la mejor forma de definirme como escritor. Haré como Matheson y a ver lo que pasa.
En este 2015, además, voy a escribir obras de teatro, que se sumarán a las cinco que ya tengo escritas y espero que alguna de ellas guste lo suficiente como para que se ponga en escena. Tengo que decirte que tengo muchas posibilidades ya que el director es amigo y estuvo encantado de representar sobre las tablas una de mis obras hace unos años. La disfruté muchísimo y quiero repetir sensaciones. Por supuesto, seguiré leyendo libros, novelas, relatos y todo lo que caiga en mis manos sobre teoría literaria. Reflexionaré, probaré y buscaré, como ya te he dicho, la forma de sacar el máximo provecho a cada palabra que escriba. Sé que la suerte tendrá mucho que ver con que consiga llamar la atención de alguna editorial (uno sigue creyendo en los Reyes Magos), pero lo que más me interesa es que me conozcan y empiecen a leerme el mayor número de personas y de una forma regular. Y que les guste lo que lean.
En tu anterior carta hablabas de todo lo que has logrado este 2014 y te felicité por ello. Yo también estoy satisfecho con las pequeñas cosas que he conseguido. No creo que pensara que el 2014 fuera a ser mi año. Acababa de perder mi empleo y, a decir verdad, siempre había estado escribiendo, con lo que decidir seguir haciéndolo en 2014 no fue un cambio tan radical. Está claro que lo sería si comenzara a ganar algo de dinero con esto y eso me permitiera concentrarme en escribir sin las intermitentes dudas que a uno le asaltan. No sé si este 2015 será mejor, pero desde luego quiero que sea más fructífero y que, por supuesto, termine plasmándose en forma de libros, ya sea en formato digital o en papel, para que esa posibilidad profesional comience a tomar forma palpable. Por mucho que escriba, si eso no sale a la luz no sirve de nada. Los concursos, en cierta manera, han sido un escollo. He tenido que mantener material en espera y, además, sufrí un poco al forzarme en escribir cosas que, muchas veces, no me apetecía escribir. Se acabó. Ahora ya tengo mucho que puedo utilizar libremente y, además, he hecho una selección de concursos en los que creo tengo posibilidades reales de lograr algo. No son muchas las opciones que tiene un aspirante a escritor en esta España de hoy, pero intentaré sacarle todo el provecho a lo que haya.
Esta vez mi carta va a ser más corta que otras veces. Es como una especie de nuevo punto de partida. Espero que en la próxima pueda hablarte de un buen puñado de cosas nuevas escritas y del descubrimiento de nuevos libros. Respecto a esto último, acabo de terminar un libro de Houellebecq sobre Lovecraft muy interesante, un ensayo cortito sobre la vida y la obra del autor que revolucionó el mundo de la literatura de terror introduciendo innovaciones que han sido utilizadas por otros muchos maestros del género. Como Poe, la sombra de Lovecraft es alargada. Lovecraft es un género en sí mismo y su universo ha sido revisitado por muchos escritores y creadores de distintos ámbitos, de igual forma que lo han sido las obras de Tolkien y de Robert Howard, todos en el género de lo fantástico. Lovecraft nunca creyó que viviría de su obra, y aun así siguió escribiendo porque, para él, era la única forma de supervivencia, de desahogo: volcó sus miedos, su odio, su asco al mundo, su racismo, su propio ser en sus escritos, y legó una obra que es la puerta de entrada al horror para muchos adolescentes que, todavía hoy, le veneran. Y todo eso después de que un 15 de marzo de 1937 muriera de cáncer de intestinos en el Jane Brown Memorial Hospital. Porque Lovecraft jamás vivió de publicar nada. Supongo que hay veces en que uno tiene que darse cuenta de que existe la posibilidad real de ese final: la indiferencia o, no sé si en el mejor de los casos, el reconocimiento póstumo, una gloria indolente.
Terminó en lo alto, con un pesimismo que no es tal. Como te digo, vengo recargado hasta arriba de ganas por empezar a darle a la tecla, finalizar muchas cosas que quedaron en el aire en el 2014 y probarme con nuevas ideas en este nuevo 2015. No tengo malas sensaciones. Y, tengo que decírtelo, mis tripas saben más que mi cabeza, y no suelen equivocarse casi nunca.
¡Un abrazo! Espero con interés tu próxima carta.
Toni.-
Me alegro de que empieces el año con tanto ánimo y las ideas tan claras. Es una pena que dejes el blog un poco de lado, pero comprendo tus motivos porque a mí me ocurre algo parecido…, lo que pasa es que soy incapaz de abandonar ‘la recacha’. Ya he escrito sobre ello en alguna carta. Además de que necesito «desahogarme» expresando mis opiniones sobre la realidad en que andamos metidos, es mi carta de presentación ante el mundo (qué grande suena eso de «mundo»), una herramienta de marketing imprescindible para darme a conocer. Estoy de acuerdo contigo en que lo principal en esta aventura es que a uno lo conozcan y que lo lean, cuanto más, mejor. El reconocimiento y las ventas ya llegarán…, si es que llegan (siempre hay el riesgo de que nos pase como a Lovecraft; de hecho, es lo más probable).
Eso de la web suena bien, y me gustaría que hablaras con más detalle del curso de guion, que debe estar siendo una experiencia fantástica.
Este año pasado has escrito mucho, pero si crees que en 2015 aún puedes hacerlo más, y mejor, adelante. El resultado sólo puede ser bueno. Estaré muy atento a esa(s) posible(s) publicación(es) que anuncias, e, igual que hiciste tú, cuenta conmigo como lector «experimental». Aún tengo pendiente uno de los últimos relatos que compartiste; el de los padres «del futuro» me gustó. Como siempre, consigues crear una atmósfera ideal para el desarrollo de la trama, y dices mucho sobre la realidad actual, aunque sea una historia aparentemente futurista, una de esas distopias tan sobrecogedoramente realistas de Ray Bradbury, por ejemplo. Por cierto, tu relato me recordó un poco al ambiente que Bradbury crea en ‘Farenheit 451’.
Comparto al 100% tu punto de vista sobre las «etiquetas». Los «expertos» están ansiosos por calsificarlo todo y a todos. Eres escritor, qué más da sobre qué escribas, lo importante es que te sientas a gusto con tu trabajo y, si es posible, que sea atractivo para los lectores. Lo segundo es imposible controlarlo, pero, como ya te he dicho en más de una ocasión, si uno escribe bien, con pasión, y convencido de que está haciendo lo que quiere, hay muchas posibilidades de que encuentre lectores satisfechos.
Bueno, no me enrollo más, que voy a acabar escribiendo una carta en la respuesta.
¡Un abrazo!
¡Muchas gracias, Benjamín! Como digo en la carta, llevaba tiempo dándole vueltas al asunto de centrarme en escribir nada más y colgar algunos de mis relatos con, quizá, algún breve comentario. Pero para ello prefiero crearme una página web en la que, aunque la visibilidad no sea mayor, por lo menos esté todo más ordenado. La concibo como una especie de portfolio. El blog seguirá como está y no te digo que en algún momento se me ocurra escribir alguna cosa, pero ya sin la obligación que me imponía de escribir una o dos entradas semanales.
No digo mucho sobre el curso de guion porque, a decir verdad, tampoco hay mucho que decir. Lo tenía en mente al redactar la carta (que, por cierto, se publicó un día antes de lo esperado…); sin embargo, al empezar a escribirla, me dí cuenta de que, básicamente, lo que decía era: «sí, el curso está siendo interesante». Y lo es: los profesores son excelentes y estoy teniendo conversaciones muy animadas sobre tramas, personajes, tono, puntos de inflexión y todas esas cosas. Viene a ser un curso de escritura creativa dirigido a televisión, donde repasamos series de éxito, su estructura y demás. Me lo estoy pasando muy bien, ciertamente. Lo que más me interesaba, a parte de recibir clases de fenómenos como Manolo y Virginia, era involucrarme en un proyecto donde más cabezas estuvieran funcionando y comprender lo que sería trabajar para televisión. Poco a poco vamos conociendo las herramientas. Quedan tres meses, con 6 horas cada dos semanas, con lo que el curso se va a pasar más rápido de lo que parecería.
Me alegro de que te haya gustado el relato. No pensaba en Bradbury cuando lo escribí, aunque, desde luego, las influencias terminan floreciendo tarde o temprano y, en su día, disfruté mucho con los relatos de Ray. A este respecto, estoy comenzando a comprender mejor qué es esto de las influencias y cómo funcionan a la hora de configurar el escritor que uno puede ser. Me parece mucho más complejo de lo que pensaba en un principio. Por ejemplo, Stephen King nunca habría sido quien es de no haber descubierto los relatos del propio Matheson, como tampoco Lovecraft sin Poe, y no son ejemplos ni mucho menos excepcionales. Creo que, en mi caso, reafirmarme en mis referentes puede beneficiarme a la hora de ir concretando el escritor que soy, porque el que quiero ser no tiene por qué ser el mismo y, quizá, no logre serlo nunca: me refiero a que puedo admirar a Chéjov pero jamás escribir como él y, peor, si lo intentara, casi con toda seguridad el resultado sería decepcionante. Además, el despertar de un escritor, lo cual sucede en la mayor parte de los casos en la juventud, está estrechamente ligado con el descubrimiento mismo de la escritura y con esos mismos autores que nos hacen amar los libros. Stephen King, Lem, Asimov, incluso Wilde, Delibes, Eslava Galán o Kafka, me insuflaron la necesidad de escribir (junto con otros factores externos y de personalidad) y, claro, imagina el cacao que tengo en la chola. 😉 Voy a ver como concreto esto y si consigo reafirmarme en una dirección u otra, o me quedaré a medias, como escritor, de casi todo. Nos seguimos leyendo. 🙂 ¡Un abrazo!
Reblogueó esto en la recachay comentado:
Toni Cifuentes responde a mi última carta a un escritor con un texto repleto de optimismo y buenas perspectivas sobre el nuevo año. Me alegro mucho. Estoy convencido de que la ilusión y el trabajo, añadidos al talento, forman una receta con grandes posibilidades de resultar exitosa. Adelante, amigo.